Es miércoles y son las15h. Agentes de la PF (Policía Federal) entran en sus potentes lanchas para dar comienzo a otra operación de combate al contrabando y tráfico en el río Paraná, en la frontera de Brasil con Paraguay. A unos 200 m, dos adolescentes observan atentamente la salida de la embarcación y acto seguido hacen uso de sus smartphones. Listo, la organización a la que pertenecen ya sabe que el río debe ser evitado. Y así todos los días.
El acoso por parte de los cuerpos de seguridad creció con la creación de una base naval de la PF en Foz do Iguaçu, la construcción de una nueva en Guaíra (PR) y operaciones ininterrumpidas de la Receta Federal (agencia tributaria), no obstante, los contrabandistas han conseguido sortear los controles con la construcción de puertos clandestinos en el lado paraguayo y "fichando" a agentes de la PF, cuyos pasos son seguidos de cerca por la banda criminal en la que se calculan que estén involucradas más de 20 pandillas de la región.
Sólo este año se incautaron al menos 140 embarcaciones en las regiones de Foz y Guaíra.
Debido al recrudecimiento de la vigilancia en Foz, contrabandistas han recorrido, cada vez más, el río hasta la paraguaya Salto del Guairá para descargar las mercancías en territorio brasileño a partir de Guaíra o Mundo Nuevo (MS). Son nada menos que 200 kilómetros de distancia recorridos por el afluente.
Como consecuencia los pequeños compradores se están casi extinguiendo en Ciudad del Este.
El contrabando hoy es altamente profesional e incluye el control, las 24 horas del día, de cada paso de los agentes de la PF.
Algunos delatores advierten además que la facción criminal, nacida en São Paulo, PCC (Primer Comando de la Capital) mantiene vínculos con Hezbollah, el movimiento chií libanés.